Hace dos años publiqué un artículo titulado “Vivir la soltería con paz en el corazón”. Me impresionó la repercusión que tuvo y quedé conmovida con la cantidad de mensajes que me llegaron en esos días. Había escrito sobre un tema que para mí era importante pero que, evidentemente, tocaba a muchas personas.
En estos últimos dos años pasaron muchas cosas. Seguí saliendo y conociendo gente. Arriesgándome a abrir el corazón una y otra vez. Porque, si bien disfrutaba la etapa de soltería y todas sus oportunidades, no podía ignorar mi anhelo de conocer a alguien con quien compartir la vida.
Tuve ilusiones y decepciones. Tras malas experiencias, llegué a preguntarme si sería capaz de volver a confiar tanto en otra persona. No tenía miedo de volver amar, pero sí de volver a sufrir por amor. Y una y otra vez volví a decirme que sí, que valía la pena seguir intentándolo.
Hoy estoy felizmente de novia con alguien que se convirtió en mi luz, mi confianza, mi alegría. Y cada tanto nos preguntamos: “¿cómo no nos conocimos antes?”. Con tantos amigos en común, tanta vida social, tantos gustos compartidos, ¿dónde estaba cada uno, que no nos encontrábamos?
Y no sé si algún día sabremos la respuesta, pero la realidad es que nos conocimos en el momento justo: en el momento en que Dios quiso. A veces pienso que se tomó su tiempo. O sea, ¿era necesario que pasaran tantos años para presentarnos? Pero después me pregunto si, en caso de habernos conocido antes, nos hubiese ido tan bien. Quizás alguno tenía que terminar de procesar algún tema, quizás alguno tenía que vivir cierta experiencia, quizás era mejor que pasara todo este tiempo para poder valorarnos tanto el uno al otro…
Lo cierto es que, evidentemente, el momento en que nos conocimos fue el momento favorable. Porque los tiempos y los planes de Dios son más altos de los que nosotros podemos imaginar.
¡Muy buena tu reflexión Mechi. Los vi en la Peña. A mi me está pasando lo mismo con la chica que estuve por coincidencia esa noche alli. Y creo lo mismo que el buen Dios nos encontró, hasta escribí una zamba que lo refleja. Y es verdad que a lo mejor antes el tiempo no hubiera sido el propicio por situaciones que cada uno debía procesar, cerrar, madurar, etc. Cuesta exponerse al otro pero cuando encontramos a la persona indicada todo cobra sentido y nos invade una felicidad inmensa!.
Me gustaMe gusta
¡Hola, Sebastián! Muchas gracias por compartir también tu testimonio.
¡Que les vaya muy bien y que Dios los acompañe siempre en su camino!
Me gustaMe gusta