El 11 de mayo de 1813, la Asamblea del año XIII aprobaba la creación del Himno Nacional. El mismo había sido escrito por Vicente López y Planes y compuesto por Blas Parera. La versión original duraba 20 minutos y era acorde al espíritu de esa época: independentista y antiespañol.
Luego de que el conflicto con España se apaciguara, el Himno sufrió modificaciones sugeridas por diversos presidentes, comisiones y decretos a lo largo de los años.
Hubo partes que fue mejor sacar porque, siendo honestos, resultaban bastante ofensivas. Sobre todo las frases que hacían referencia a España, tales como: “En los fieros tiranos la envidia / Escupió su pestífera hiel” o “Y azorado a su vista el tirano / Con infamia a la fuga se dio”. Otros adjetivos (como por ejemplo: orgulloso, vil invasor, altivo y sediento de sangre) tampoco eran muy amigables que digamos, y no ayudaban a entablar buenas relaciones internacionales a este país que recién nacía.
Por este motivo, en un decreto de 1900 se establecía: “El himno nacional contiene frases que fueron escritas con propósitos transitorios, las que hace tiempo han perdido su carácter de actualidad; tales frases mortifican el patriotismo del pueblo español y no son compatibles con las relaciones internacionales de amistad, unión y concordia”.
Así fue que el Himno fue cambiando con la historia del pueblo argentino. Pero la esencia sigue siendo la misma: nacional y patriota.
¿Qué significa hoy, para cada uno de nosotros?
Así como el Himno tuvo adaptaciones y cambios, sería bueno poder resignificarlo y preguntarnos: ¿somos conscientes de lo que tuvieron que luchar nuestros antepasados para lograr la independencia? ¿Qué significan hoy para nosotros la libertad y la igualdad?
Además, ¿cuáles son “los laureles que supimos conseguir”? Y, ya indagando un poco más en nuestra responsabilidad; ¿sabemos mantener esos laureles?
Son muchas preguntas, pero si no reflexionamos con ellas, podemos pasar toda nuestra vida cantando el Himno en piloto automático.
Si realmente fuéramos conscientes de lo que significa, deberíamos sentirnos emocionados cada vez que escuchamos los primeros acordes. Porque, si uno se pone a pensar, es una canción que nos une, que nos identifica, que nos alienta a seguir trabajando juntos por un país mejor. Lo cantamos en actos académicos, mundiales y otros eventos internacionales. Hoy quizás no se le da tanta importancia fuera de estos ámbitos, pero sería bueno incorporarlo a nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, cuando lo pasan por la radio a medianoche: en vez de cambiar de emisora como si fuera una publicidad más, podríamos escucharlo. Al fin y al cabo, con todos los cortes que tuvo, las versiones actuales son de tan solo 4 minutos.