Cada 9 de octubre se celebra el Día Mundial del Correo, en el que se conmemora la fundación de la Unión Postal Universal, en 1874. A partir de entonces, se unificaron servicios y reglamentos distintos en un único territorio postal, lo que permitió ordenar y agilizar el sistema.
Hoy en día, las cartas en papel son complementadas con otras herramientas de comunicación, principalmente el mail. Aún así, la correspondencia (sea en soporte físico o digital), nos exige pensar previamente para escribir de la manera más clara posible. Esta reflexión hace que podamos ordenar las ideas, y así expresar lo que realmente queremos comunicar.
¿Somos conscientes de la importancia que la correspondencia tuvo en la historia? ¿Tenemos en cuenta el nivel de comunicación que incentiva y la relación dialógica que puede promover?
Los mensajes escritos perduran: una carta puede ser leída una y otra vez, quizás sea guardada (o perdida, o robada) y vuelta a leer mucho tiempo después. Puede reflejar el pensamiento alguien, brindar información sobre el contexto histórico en el que se encuentre o contener datos importantísimos. Es un testimonio vivo de la persona que la escribió.
En el caso de los mails, se corre el riesgo de que un mensaje quede en el olvido, de que se borre sin querer, o de que el día en que se necesite haya que buscarlo entre infinidad de correo basura o publicidades. Pero, de todas formas, a través de ellos podemos compartir pensamientos de la misma profundidad que en una carta.
En esta oportunidad, me gustaría animarlos a usar la correspondencia como herramienta de expresión. A escribirle a un amigo pidiendo consejo sobre alguna situación, a un familiar contándole algo, a otra persona expresando una opinión. Incluso a esta revista, o a cualquier otro medio de comunicación.
Esto último, sobre todo, nos va a ayudar a pensar, abrir nuestra cabeza y fomentar el diálogo: a que el que escribe sepa que alguien lee lo que publica, y a que el lector sepa que él también puede expresar su opinión. Porque sobre un mismo tema, puede haber muchos puntos de vista. Y la verdadera riqueza (intelectual, espiritual, cultural…), sólo puede alcanzarse escuchando y respetando la diversidad de voces.
“Enviar una carta es una excelente manera de trasladarse a otra parte sin mover nada, salvo el corazón”
Petronio
Publicado en la revista Bienaventurados/octubre 2015