En esta época en que todavía seguimos “arrancando” y proyectando lo que haremos durante el año, los invito a arriesgarse, a que cada uno se juegue por sus ideas y sus sueños. Una invitación a comprometerse con uno mismo.
La vida está llena de incertidumbres. Pero no por eso hay que tenerle miedo al futuro, a lo que vendrá, a los desafíos. Porque el miedo es, en definitiva, lo que nos paraliza y no nos deja seguir adelante. Debemos hacerle frente, atravesarlo, arriesgarnos a seguir nuestras ideas y comprometernos con ellas.
Este avance que estoy proponiendo, puede darse en distintos ámbitos de nuestra vida: puede ser dar un paso más en una relación, arriesgarse a elegir una carrera, decidirse a seguir la vocación a la que uno está llamado o llevar a cabo una idea, por más alocada que parezca.
Nunca vamos a poder estar completamente seguros de que todo vaya a dar buenos resultados o a terminar como uno quiera. Todas las decisiones implican riesgos, pero hay que estar dispuestos a superarlos. Debemos comprometernos con una situación, para que la situación se comprometa con uno, y así poder confiar en que todo seguirá su curso. Las dudas e incertidumbres irán desvaneciéndose una vez que uno tome la decisión y empiece a actuar.
Es normal que estemos llenos de preguntas, pero sin ellas el mundo no se movería: son las preguntas las que mueven al mundo, son el motor de todos los avances.
Los que tienen miedo no avanzan, no aprenden nada nuevo, se quedan empantanados en su propia cotidianeidad. En cambio, la gente que se compromete va dando pasos adelante, va cumpliendo sus objetivos y va creciendo y consolidándose como persona en su identidad y en lo que está llamado a ser y hacer.
Los aliento a vivir la vida, tratando de cumplir nuestros deseos más profundos. Animémonos a llevar a cabo las cosas en las que creemos, tengámosle fe, no nos conformemos sólo con lo necesario. Si día a día uno se va comprometiendo un poco más con sus ideales, no hay duda de que lo mejor siempre estará por venir.
Para pensar
– ¿Creo en mí mismo?
– ¿Qué cosas tengo pendientes, que nunca me animé a emprender?
– ¿Cómo me hace sentir eso?
– ¿Estoy a tiempo de hacerlo hoy?
– ¿En qué medida mi decisión sobre estos temas tiene repercusiones en los que me rodean?

Para inspirarse
DECIDÍ
Y así, después de esperar tanto,
un día como cualquier otro decidí triunfar…Decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas,
decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución,
decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis,
decidí ver cada noche como un misterio a resolver,
decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades,
y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos.
Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar.
Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui.
Me dejó de importar quién ganara o perdiera,
ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.
Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener,
es tener el derecho de llamar a alguien «Amigo».
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento:
«el amor es una filosofía de vida».Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados
y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente.
Aprendí que de nada sirve ser luz
si no vas a iluminar el camino de los demás.Aquel día decidí cambiar tantas cosas…
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad,
desde aquel día ya no duermo para descansar…
ahora simplemente duermo para soñar.Walt Disney
Publicado en la Revista Bienaventurados/abril 2014