El tercer domingo de abril se celebra el Día del Padrino y de la Madrina. ¿Cuál es el rol de estas figuras? ¿Qué hay que tener en cuenta para elegirlos?
En la vida de una persona, los padrinos tienen (o deberían tener) un gran protagonismo. Su función es ser guías y referentes, sobre todo en cuestiones espirituales.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, “para que la gracia bautismal pueda desarrollarse es importante la ayuda de los padres. Ese es también el papel del padrino o de la madrina, que deben ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado, niño o adulto, en su camino de la vida cristiana. Su tarea es una verdadera función eclesial” (n. 1255).
Los padrinos tienen la responsabilidad de rezar por sus ahijados y ser un buen ejemplo para ellos. Además, tienen que poder orientarlos a través de la enseñanza, el acompañamiento, las correcciones fraternas y los consejos. En caso de ausencia de los padres, deben ser los suplentes en la formación cristiana de sus ahijados.
Para poder cumplir con todo esto, es necesario que sean personas que escuchen pacientemente, que traten de entender cuáles son las necesidades de su ahijado antes de aconsejar. Deben poder acompañarlo en su vida, haciéndole saber que no está solo en el camino de la fe y mostrándole su confianza en Dios. Los padrinos deben ser aquellos que lo puedan guiar por un buen camino, incluso en momentos de crisis o incertidumbre.
¿Qué tener en cuenta para elegir el padrino de Bautismo de un hijo?
Es un lindo gesto elegir a un gran amigo como padrino de un hijo, pero también es bueno pensar en si, pasado un tiempo, seguiremos siendo tan amigos como ahora. En unos 15 años, por ejemplo, cuando el niño comience a cuestionarse cosas de la vida… ese amigo, ¿seguirá tan cercano como en la actualidad?
A veces se sugiere que sea alguien de la familia, con el que pueda haber un vínculo más profundo o duradero. Pero también es una posibilidad que, en algún grupo familiar, no haya referentes en la fe.
Es por esto que elegir a los padrinos de Bautismo para un hijo no es algo fácil: tienen que ser personas que, a pesar de la diferencia de edad con el ahijado, puedan tomarlo de la mano y aprender a caminar a su ritmo, según sus capacidades y el momento de la vida que esté viviendo. No hay que pensar en los regalos que le puedan llegar a ofrecer, sino en el tiempo que le puedan llegar a dedicar, en las ganas de ayudar a educarlo y de participar en su vida con un rol activo.
¿Qué tener en cuenta para elegir un padrino de Confirmación?
En primer lugar, es aconsejable ir rezándolo a lo largo de la preparación para la Confirmación, para poder discernirlo mejor y que no sea una decisión de último momento. Tu padrino/madrina puede ser un amigo, hermano, primo, tío… pero lo importante es que sea alguien con quien tengas confianza, con el que estés cómodo y puedas compartir lo que te pasa. No hace falta que sea un doctor en teología ni un guía espiritual con experiencia. Pero sí que esté comprometido en su camino de fe, que pueda escucharte y aconsejarte cuando lo necesites, que no le dé lo mismo ir o no a Misa, que no quiera ser tu padrino sólo para figurar en una foto. Tiene que ser alguien que lleve una VIDA coherente con la FE, y que tenga muy integrados estos dos conceptos.
En el caso de este sacramento, tenés la entera libertad para elegir a quien quieras de padrino. Ya no son tus padres los que eligen por vos. Pensá en alguien que pueda apoyar su mano en tu hombro el día de la Confirmación. Pero también alguien en cuyo hombro puedas apoyarte cuando necesites, con confianza.
Publicado en la Revista Bienaventurados/abril 2015