Actualmente, Andrés Oppenheimer es uno de los periodistas más influyentes de la lengua española. En este libro, recopila información sobre la situación educativa en todo el mundo. Gracias a la posibilidad que tuvo de hacer viajes a los países destacados por sus avances en la educación, ciencia y tecnología, hizo entrevistas a los principales referentes en el tema, y de esta manera pudo analizar la situación de las naciones desarrolladas y subdesarrolladas.
Oppenheimer advierte que la obsesión por el pasado y por la historia de los países latinoamericanos puede hacer perder de vista la preparación de su futuro. En el capítulo introductorio, por ejemplo,da cuenta de cómo en Latinoamérica se veneran los cuerpos de presidentes muertos, de la importancia que se le da a los aniversarios de la patria y la cantidad de plata que se destina a los festejos, y de la preferencia de los lectores por las novelas históricas. Contrariamente, en países como China o India, a pesar de tener una cultura e historia milenarias, no se observa el mismo fenómeno, sino que concentran sus energías en apostar a la innovación y al desarrollo. La historia es importante, pero advierte que jamás será una clave para el crecimiento. Otro gran problema de los países latinoamericanos es el aislamiento cultural y académico. En los capítulos siguientes va analizando las situaciones de algunos de ellos, y las contrasta con las del Primer Mundo.
El autor afirma: “mejorar sustancialmente la educación, la ciencia, la tecnología y la innovación no son tareas imposibles. Hay cosas muy concretas, y relativamente fáciles, que se están haciendo en otras partes del mundo, y que podemos emular en nuestros países”. Agrega además que los que están avanzando en todo el mundo son los que le apostaron a la innovación y producen bienes y servicios de mayor valor agregado, dejando de lado la obtención de materias primas como principal fuente de riquezas.
El libro es de lenguaje accesible y de fácil entendimiento. Pero si bien la cantidad de ejemplos hace más rica la publicación, por momentos se vuelve un poco pesada.
Otra crítica que se le podría hacer es que tiene una visión muy parecida a la de la Teoría de la Modernización, vigente en la década del 50. Según esta teoría, el Estado debía aumentar sus contactos con las sociedades centrales para introyectar impulsos económicos, sociales y culturales. La tradición era vista como el obstáculo principal. Pero uno de los puntos negativos de esta teoría sería que recoge como patrón normal de evolución la experiencia de las naciones desarrolladas. Todo consistiría en un mero proceso imitativo, en el que los países subdesarrollados se limitarían a copiar los modelos de los países desarrollados. Oppenheimer pareciera retomar este modelo de pensamiento, porque propone como exitosos a los países desarrollados, mientras que los otros sólo deberían copiarlos.
Además, para el análisis de la situación de los países se queda con variables muy duras. Se basa mucho en índices económicos y educacionales, pero no tiene en cuenta factores como la felicidad, la afectividad, el amor, la sociedad y los vínculos humanos.
Para comenzar a mirar hacia adelante, propone como solución observar lo que hacen los países que tuvieron más éxito en reducir la pobreza y en aumentar el bienestar de toda su gente, copiando aquello que merezca ser copiado. “En otras palabras, romper nuestra ceguera periférica, y mirar menos al espejo y más por la ventana”. Por último, y teniendo en cuenta las experiencias de otros países, Oppenheimer propone 12 claves para aplicar en Argentina para el futuro.
Publicado en la Revista El Pensadero